domingo, 14 de julio de 2013

Fr. Andrés de San Fulgencio




Fr. Andrés de San Fulgencio

     Como aventajado religioso, como hombre de gobierno y como escritor, no pasa inadvertido el P. Fr. Andrés de San Fulgencio en los anales históricos. Léese en la partida de bautismo que en la iglesia de Berzocana de San Fulgencio a 28 de Abril de 1674 el Licenciado Diego Muñoz del Valle, cura párroco, “hice los exorcismos y puse los santos oleos, por aberle eyado agua en caso de necesidad, a Andrés, hijo de P.º del Monte y de Catalina Alonso de la Oliva, su mujer. Fué su padrino Jn.º de Villatoro, todos vecinos de esta dicha villa”. Cuando el actual cura párroco, don Julián, de Paz, tuvo la bondad de proporcionarme copia auténtica de la partida, me avisaba por carta: “He de manifestar a V. R. que en el índice aparece así: (Andrés hijo de Pedro Monte (escribano) y de Catalina Muñoz). Después entre líneas en la partida está enmendado y sustituido el apellido Muñoz por el de Alonso, y salvada la enmienda al fin de la partida con letra del mismo que la escribe; mientras que el índice es de letra posterior”. En una biografía, de la cual se tratará pronto, registrada en el Necrologio de San Sebastián, se dice: “Sus padres fueron Montes, Escribano Real de aquella Villa, y Catalina Alonso de la Oliva o de las Olivas”. Y por otra parte, en el acta de su profesión religiosa leemos: “Filius legitimus Petri Monte et Cathalinae Alonso de la Oliva”.

En el libro en que se registraban las memorias de los Padres que fallecían en el convento de San Sebastián, de Manila, en ese libro se decía, al folio 99: “Sus padres fueron de sangre limpia, y muy devotos y ejemplares cristianos, y conocidos en aquella Villa como muy virtuosos. Criaron a su buen hijo Andrés en santas costumbres, a las que de buena gana y sin repugnancia positiva se inclinaba su buen hijo.

Enviáronle sus padres a la Villa de Guadalupe, a estudiar la gramática y retórica, la que supo con perfección. De aquí le enviaron a la Ciudad de Plasencia a que estudiase la filosofía la que cursó en el Convento de San Vicente, de aquella ciudad, de la Orden de Predicadores. De aquí con causa de vacaciones, volvió a su patria, en ocasión que allí se hallaban dos Religiosos de nuestro santo hábito, y conventuales del Convento de la Viciosa, predicando misiones. Con los sermones de estos varones apostólicos, se encendió el joven Andrés en el amor de Dios y aficionado a nuestro hábito, y estrecha Reforma, se resolvió a dejar y dar de mano al mundo.

 Con parecer de sus padres, de cuya voluntad pendía la suya, y con instancias pidió nuestro santo hábito; el que con mucho gozo de aquella observantísima Comunidad vistió el día diez de Octubre del año de mil seiscientos noventa y uno; y pasado, a tener su año de aprobación en el convento dé Nuestra Señora de Copacabana de la Villa y Corte de Madrid. Profesó el año siguiente, el día 11 de Octubre de 1692”.

 “Fué singular la alegría de aquella venerable y religiosísima Comunidad, al dar la profesión al Hermano Fr. Andrés de San Fulgencio, a quien tomó por su especial patrón y abogado, porque viendo en el corista talento, humildad, paciencia, observancia y celo de Dios y de la Religión, se prometieron no vanas esperanzas de que allí había de tener nuestra Religión un hijo, que la ilustraría, como así sucedió. Profeso ya, se hizo cargo de las nuevas obligaciones a que se había obligado, para cumplir con ellas como de facto cumplió.

Mandáronle los superiores que estudiara la filosofía y la teología, de las cuales luego sería maestro. Concluidas las artes, le enviaron a nuestro convento de Salamanca a leer teología, en donde la leyó tres años con aceptación común porque por mucho que procuraba ocultarse de todos, su ciencia y su virtud le daban a conocer dondequiera que estuviese; que la luz no puede tarde hacerse patente, por mucho que se quiera ocultar”.
       
 “Aquí en este colegio y en el ejercicio de Lector de teología, le hallo la convocatoria, que el año de 1703 se despachó para que se habilitasen para la Provincia de Filipinas obreros evangélicos, que se empleasen en la conversión y culto de las almas.

Relación de pasajeros a Indias
 Embarcóse con los demás Religiosos de la Misión, (entre los cuales también se encomtraba otro religioso procedente de Berzocana, Matias de Santa Florentina), el día cuatro de Mayo de 1710, y llegó por Julio del año siguiente de 1711; todas las incomodidades que en tan dilatada navegación se padecen, así comunes como particulares, las llevó en mucha paciencia. Era el consuelo de todo, ya en el confesonario, ya en sus pláticas fervorosas, ya en visitar y consolar a los enfermos, ya en pacificar y unir las voluntades discordes. En éstos y otros muchos ejercicios exteriores e interiores pasó su navegación hasta que llegó a Manila.

  “En 20 de Agosto de 1712, destinóle la obediencia a Romblón; en 29 de Mayo del año siguiente se le encargó dar misiones en la provincia de Zambales, empleándose en tan santo ministerio hasta Diciembre, en que con fecha 27 fué nombrado Presidente del convento de San Sebastián. En 1714 fué otra vez destinado a Romblón y en el mismo año, a Tandag; y habiendo vuelto a Manila por disposición de los superiores, 11 de Mayo de 1716, fué enviado a las misiones que acababa de establecer la Orden entre Zambales y Pampanga, en las cuales el P. Fulgencio desplegó un celo verdaderamente apostólico en la reducción de los infieles Balugas; agregando un número considerable de ellos a la Iglesia de Jesucristo, bien que a costa de imponderables trabajos y privaciones de todo género. En Mayo de 1719 se le nombró Vicario Provincial de dichas misiones, cargo que desempeñó hasta Julio del mismo año, en que, con fecha 14 lo vemos nombrado Presidente del convento de Manila, y sucesivamente Prior del mismo, en el Capítulo Intermedio de 1720, desempeñando esta prelacía hasta el 23 de Abril de 1722, en que por haber llegado de España patente de Visitador General, hubo de proveerse en otro Religioso; fué Definidor en 1722; Presidente del Capítulo Provincial de 1725; Prior de Bagumbayan, en el Intermedio de 1726; Definidor otra vez en 1728 y Cronista de Provincia; Vicario Provincial de Manila y ministerios tagalos durante la Visita del Provincial, 25 de Octubre de 1728; Prior de San Sebastián y Cronista
de la Provincia, en 1731, en cuyo tiempo reglamentó el Beaterio contiguo a San Sebastián, construyó casa fuerte para las Hermanas Terciarias de nuestra Orden y gestionó a favor de aquel establecimiento piadoso la protección y amparo del Vice-Real Patrono; pudiendo llamarse el P. Andrés el fundador del Beaterio, también dió grandísimo impulso a la devoción
de Nuestra Señora del Carmen, venerada en el Santuario de San Sebastián; consiguiendo que el novenario dedicado a la Santísima Virgen todos los años desde el 21 hasta el 29 de Enero, fuese uno de los más solemnes de Manila. En el Capítulo que celebró la Provincia, acaba el P. Sádaba, el año 1734 fué elegido Provincial; y habiendo desempeñado con gran acierto tan importante cargo, retiróse al convento de San Sebastián, el año 1737”.

     Lleno de achaques y méritos llegó la última enfermedad que fueron unas postemas y una interior que le privó de la vida; cuya cura sufrió con inaudita paciencia. Y conociendo primero su Reverencia que los médicos, se le abreviaba la vida y acercaba la muerte, pidió con muchas y muchas ansias los santos sacramentos; los que recibió con tanta devoción y ternura, que a todos los circunstantes dejó edificados. Recibidos los santos Sacramentos, se retiró todo a su interior, y estando en oración, el día veinte y nueve del mes de Septiembre del año de mil setecientos cuarenta y cuatro, entre muchos actos de fé, esperanza y amor de Dios,
entre las doce y una de la noche, entregó su espíritu al Señor, en este Convento de San Sebastián siendo de edad de setenta años y cinco meses; y de Religión cincuenta y tres años, poco más o menos.

    Nos dejó los escritos siguientes:

“I. Pareceres varios a diversas dudas sobre el trato y contrato de los Alcaldes mayores y de los eclesiásticos. — M. S.

II. Libro de norma para la Procuración General de la Provincia de San Nicolás de Descalzos de N. G. P. San Agustín de estas Islas Filipinas. Año 1736.

III. Memoria del Novenario de Nuestra Señora del Carmen que se celebra anualmente en el convento de San Sebastián, extramuros de Manila. — M. S.

IV. Memorial dirigido al Vice-Real Patrono en favor del Beaterio de San Sebastián. Año
1785. — M. S.

V. Vidas de los Santos Fulgencio y Santa Florentina. — M. S.

VI. Respuesta a un Señor Obispo sobre la pretensión de visitar a los Regulares de Filipinas in officio officiando de Curas. — M. S.

VII. Respuesta al Sr. Gobernador, Marqués de Torre Campo, D. Thoribio Joseph de Cosio y Campa. — M. S.

VIII. Directorio de los PP. Ministros Doctrineros que administran en nuestros Partidos. — M. S.

IX. Carta pastoral a los Religiosos siendo actual Provincial. — M. S.

X. Fórmula y método para nuestras Beatas Agustinas de San Sebastián. — M. S.

Fuente: Historia General de la orden de Agustinos Recoletos